La ley contra el abandono se endurece

Una de las peores actuaciones que puede realizar el ser humano es la del abandono de sus semejantes y que, además, se encuentren impedidos de alguna manera. Abandonar niños no es tan habitual, aunque hay quien es lo suficientemente desalmado para hacerlo. Abandonar a un discapacitado también tiene un índice similar. Pero abandonar a una persona mayor es algo que se está convirtiendo en habitual y que, desde luego, hay que evitar y combatir no solo desde el punto de vista social, haciendo referencia a las consecuencias físicas y psíquicas que eso tiene en los ancianos, sino también desde el punto de vista legal y penal.

En España, durante los últimos años, esto se ha convertido en algo tristemente habitual y que, desde luego, habla a las claras de que en nuestra sociedad falta algo. Faltan muchas cosas, en realidad. Conciencia, la primera de ellas. Y amor, también. La verdad es que de otra manera no se explica que haya muchas personas que abandonen a sus mayores a su suerte, haciendo que vivan solos cuando se sabe de sobra que ya se han convertido en personas dependientes y que necesitan de la ayuda de gente profesional que pueda satisfacer sus necesidades.

Una noticia publicada en la página web del diario Público informaba de que el aislamiento o abandono de ancianos es otra forma de maltrato social y que está penada por la legislación española. También son muchas las organizaciones, entre ellas por ejemplo Cruz Roja, que la consideran como tal. Y lo cierto es que no es para menos. Son muchas las personas que sufren este tipo de problemas en España y no hay derecho a que ese volumen siga creciendo. Hay que disuadir a la sociedad española para que deje de lado este modus operandi que es más propio de una persona sin corazón que de una persona normal.

Una noticia publicada en la web del Senado de México indicaba que también allí es un delito abandonar a personas mayores o a aquellos y aquellas que tengan alguna discapacidad. La verdad es que no es para menos. Como estáis viendo, el abandono de ancianos y personas que por alguna razón tengan alguna discapacidad es algo que se condena en muchas zonas del mundo y que, desde luego, puede llevar a que las personas que cometan estos atropellos sean juzgadas, multadas y que contra ellas se interponga incluso una pena de prisión. Nosotros, como no podía ser de otra manera, estamos de acuerdo con ello.

Es cierto que no en todas las familias existe la posibilidad de que haya una persona que se encargue de sus mayores. Ojalá fuera así, porque estamos seguros de que se vería disminuido el número de ancianos que se encuentran solos. La ley exige que las familias se encarguen de sus mayores cuando estos no pueden valerse por sí mismos y es gracias a este imperativo legal por lo que ha crecido, en opinión de los regidores de Servicio Doméstico Sant Pau, la contratación de personal especializado en el cuidado de personas mayores.

¿De verdad hace falta que nos amenace la Ley? 

Vale que haya aumentado de un tiempo a esta parte la cantidad de personas que se encargan de sus mayores. Sin duda, es una buena noticia. Pero hay algo que nos preocupa y mucho. Ese ascenso se ha ido produciendo a medida que las autoridades legislativas y judiciales hacían más duras las penas contra el abandono familiar, lo que nos lleva a pensar que es el miedo a la ejecución de la Ley lo que lleva a muchas familias a cuidar de sus mayores. La pregunta que nos debemos hacer, por tanto, es la siguiente: ¿de verdad hace falta que nos amenace la Ley para que tengamos en cuenta todo esto?

Como es lógico, lo idóneo sería que no hiciera falta este instrumento jurídico para hacer que la gente se encargue de su familia de más avanzada edad. Lo cierto es que se trata de una obligación moral para todos nosotros y nosotras ya que, cuando fuimos menores, hubo alguien que nos dedicó su tiempo y sus recursos. Ahora, la situación puede ser la contraria y parece lógico y sobre todo humano pensar que sería de justicia que pagáramos esa deuda. Es lo que harían las personas que se pudieran considerar decentes.

En un momento en el que la sociedad tiene unos valores cada vez más complicados de entender, creemos que es necesario reivindicar la importancia de la familia. Sin ella, estaríamos perdidos y perdidas. Sin ella, está claro que no tendríamos nada que hacer. Pero, siempre que nos ha hecho falta, ahí ha estado. Por eso, cuando llegue el momento, nosotros también tendremos esa obligación moral de estar. Y no hace falta que haya ninguna Ley (aunque, en efecto, la hay) que nos lo diga.